Algunos personajes característicos del Metro

Cualquiera que viaje en el Metro de Caracas más de una vez por semana se habrá podido dar cuenta de la gran variedad de personalidades que se encuentran dentro o fuera de los vagones del Metro. Los personajes que voy a citar a continuación son sólo alguno de ellos.

El apurado: entra al vagón dando tumbos y empujones. Se coloca cerca de la puerta sin tomar en cuenta las personas que están esperando que él se mueva para entrar. Es un especialista en colearse y en subir las escaleras de dos en dos y a veces, de tres en tres. Tiene el ticket en la mano cincuenta metros antes de llegar al torniquete. Por lo general no toma en cuenta eso de: "Dejar salir primero es entrar más rápido". Su slogan es: "Entro yo de primero y que se cierre la puerta rápido"

El atravesado: aparece con frecuencia en las estaciones más congestionadas, especialmente en las horas pico. Generalmente está cargado con dos morrales, tres bolsas y un maletín. Camina con excesiva lentitud mientras piensa el lugar exacto donde detenerse para generar una cola de personas detrás de él. Cuando llega al torniquete, es que se acuerda que necesita un ticket para poder pasar; entonces pone en el suelo los morrales y las bolsas y extrae el ticket de uno de sus bolsillos. Con mucha frecuencia sucede que el ticket está tan arrugado que la máquina (torniquete) se lo devuelve. Cuando entra al vagón, el atravesado analiza rápidamente la posición de los demás pasajeros y elige con precisión el lugar en el que él y sus morrales obstruyan la mayor cantidad de vías de escape. Siempre elige la escalera eléctrica y coloca sus morrales de tal manera que nadie pueda pasar por su lado.

El excesivamente caballeroso: su función principal dentro del vagón es asegurarse que toda mujer, sin importar su edad, apariencia o masa corporal, tenga un viaje cómodo y placentero en el Metro. Mientras está en la cola para ingresar al vagón, se cerciora de que no haya detrás de él ninguna mujer, en este caso; le hace una rápida seña con la mano, indicándole que está dispuesto a dejarle su puesto. Una vez dentro del vagón, verifica que la ecuación N° asientos=N° mujeres, se cumpla. Si algún hombre llegase a estar sentado, el excesivamente caballeroso, lo invita a que se levante de su silla y le de paso a una mujer. Si el número de mujeres es mayor que el número de asientos, entonces el excesivamente caballeroso procede a ubicar a las damas cerca de los postes o cualquier otro lugar de descanso. Por lo general, las damas no agradecen el servicio del excesivamente caballeroso. No obstante, el parece contentarse únicamente con la recompensa moral de haber proporcionado comfort a todas las miembros del sexo femenino.

El excesivamente feliz: para él, todo viaje en el metro es motivo de felicidad y alegría incontrolable. No le importa si hay mucha gente, si no hay ventilación, si el vagón tiene retraso, si está apretado, si el que tiene al lado huele mal. A él, todo le parece fantástico. Se ríe sólo, habla con cualquiera que esté al lado, tararea la canción que tenga en la mente e incluso hace comentarios en voz alta en busca de que alguien lo acompañe en su alegría. Por lo general, camina despacio, observa las instalaciones y sirve de guía a cualquiera que esté perdido. Para él, no hay cosa más fabulosa que viajar en el Metro.

Las chicas chéveres: entran al vagón riéndose y salen riéndose. No se pueden separar. Toman turnos de treinta segundos cada una para expresar su opinión. En caso de que una de ellas no esté de acuerdo con la opinión expresada por la otra puede interrumpirla en cualquier momento alzando la voz. Generalmente no miran a los demás pasajeros, andan muy concentradas en su conversación. Sin embargo, ocasionalmente miran a alguien, se ríen y comentan. Luego vuelven a mirar y a reírse, y así sucesivamente hasta que consigan otra persona de la cual hablar. Nunca se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor. El metro es su sala de reuniones.

Hay muchos personajes más... ¡Descúbrelos!